12 de diciembre de 2007

Olor a otoño



Soplaba el viento y las innumerables hojas caídas formaban un manto ocre sobre las aceras. El olor a otoño y hojas secas impregnaba toda la ciudad.

Cristina caminaba como una autómata, seguía el rumbo predeterminado por la costumbre.
Miles de pensamientos se agolpaban en su mente y la tristeza le hizo un nudo en el corazón.
Sin saber como, la vida se le había complicado de la noche a la mañana. Cada día, sin tregua, surgía una nueva circunstancia peor que la anterior y ni su cabeza ni su ánimo tenían tiempo de reponerse de cada nuevo golpe de la vida. Uff, necesitaba recuperar el aliento.

¡Dios, cómo añoraba en estos momentos sus charlas con Frank¡ El sabía como conseguir su sonrisa y sabía, incluso con una sola palabra, darle ánimo en los momentos más bajos; la conocía muy bien pero… ahora no podía contar con él, se había esfumado como otras tantas veces.
A pesar de todo, algún extraño canal de comunicación había quedado abierto entre ellos ya que más de una vez, cuando menos se lo esperaba, seguía percibiendo muchos de sus estados de ánimo. Ahora, su intuición y su corazón le decían que tampoco él estaba pasando por su mejor momento. De todos modos, una cosa era cierta, ambos eran lo suficientemente inteligentes, astutos y fuertes para salir adelante contra viento y marea; es posible que tuvieran momentos bajos y de desánimo, pero eran guerreros, eran luchadores. En fin, quien sabe si todas esas sensaciones eran fruto de eso que llamaban Karma o algo así.

Se detuvo frente a la puerta de su trabajo, aspiró profundamente y tomó el ascensor.
Un nuevo día de lucha se iniciaba y ella no podía deponer las armas.
B.28.11.07

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