Conducir entre la niebla, así se asemeja el transcurrir de la vida.
No vemos, sólo seguimos el camino trazado por otros, siempre sin perder las líneas de vista, siempre con temor a lo que no se ve, a lo desconocido, temor a un posible peligro oculto.
No vemos, sólo seguimos el camino trazado por otros, siempre sin perder las líneas de vista, siempre con temor a lo que no se ve, a lo desconocido, temor a un posible peligro oculto.
Conducimos y conducimos a través de la vida con tensión, con todos nuestros sentidos alerta, sin permitirnos un instante de sosiego y sólo sabemos que el camino sigue y sigue. Somos incapaces de vislumbrar forma alguna, luz o color, sólo imaginamos cómo sería ese mismo camino sin esa espesa niebla que lo envuelve.
A veces, pequeñas lucecitas se ven en la lejanía pero sólo son otros que conducen en sentido contrario, que se esfuman antes de poder siquiera verlos a nuestro lado, que se pierden para siempre, engullidos por esa niebla que nos ciega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario